El eterno funambulista
Cuando el fango pasa de ser un elemento al que evitar para convertirse en protagonista de unas tierras movedizas capaces de ingerir hasta la última de las páginas de un pasado de éxito, sólo entonces, conviene dejar el traje de fiesta en el armario y apagar la música para lanzarse al más espesos de los barros.
Hay destinos que se cruzan guiados inexorablemente por el siempre causal azar y otros que chocan al doblar la esquina motivados por la necesidad. Existen circunstancias que parecen egoístamente dibujadas por la mano del protagonista idóneo para desempeñarlas. A veces para bien, muchas para mal.
Luchadores o bailarines. Estrategas combatientes o acompasados burgueses. Son también, guías en los banquillos.
Miguel Ángel Lotina llegó a Villarreal para convertirse en el tercer entrenador en lo que va de curso. Con el recelo de la grada por su curriculum, el vasco se bañó en pinturas de guerra y puso su guardia en alto para insuflar ánimo a una plantilla pálida, ahogada entre el amarillo de una fiebre que amenaza a Segunda.
Las opiniones son muchas y tienden a ser volátiles, por el contrario el peso de los números los hace implacables a ojos de cualquiera. Estos, revelan que Lotina ha conseguido cuatro de los últimos seis puntos en juego con el club castellonense. Las pinturas de guerra han empezado a impregnar la piel de los jugadores en busca de un objetivo muy diferente al de los últimos años. Pero, en plena guerra y con soldados poco acostumbrados al objetivo final, el Villarreal ha contratado a un capitán experto en la materia e instruido bajo las peores batallas. Ambos se necesitan. Un tipo esculpido sobre el alambre, el eterno funambulista.
Categoría: Liga BBVA, Lotina, Marcos Senna, Villarreal
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