Del iniestazo a la vuelta de Torres

Hace tres años, un jugador tocado por la varita mágica, pequeño, tímido, más bien pálido y de Albacete, entró en la historia del Fútbol Club Barcelona en un partido que, en el país anglosajón, se recuerda más bien por un árbitro, que según se dice, aún recibe amenazas por aquello. Se llama Andrés Iniesta, el ídolo del Barça, con el permiso de Messi. Aquél gol en Stamford Bridge lo catapultó no sólo al Olimpo del Barcelonismo, sino del mundo entero, el nuevo ídolo mundial. De repente, apareció otro de esos futbolistas que hay que quedarse con cada cosa que haga, que hay que disfrutar. Humilde, trabajador, poco mediático y comedido en sus palabras, un chico normal, amigote de los Estopa y muy de su casa.

Y así le cambió la vida a un chaval que pasó a ser historia viva en un club que tiene una lista larguísima de ídolos, de los que Andrés, puede ser un miembro ilustrísimo. Aquella copa de Europa la ganó el Barça, merecidamente, en lo que fue un año espectacular para un club que empezaba a marcar un estilo que hoy ya, por fin, no se discute. El balón es su bien más preciado y cuando lo tiene en sus pies lo mima, lo cuida y lo trata de tal manera que parece que tiene una relación más bien de amor. Aquélla temporada, aquél gol, sin que nadie se diera cuenta, fue el inicio de tres títulos más, uno de ellos inédito en las vitrinas blaugranas. Aquel partido, aquel gol, en aquel minuto forma parte de la historia de este país.

Ayer, un jugador tocado por una varita mágica, grandote, tímido, más bien pálido y de Fuenlabrada, entró en la historia del Chelsea en un partido que, en el país anglosajón, se recordará más bien por eliminar al mejor club del mundo que por cómo se hizo. Se llama Fernando Torres, ídolo colchonero, con permiso del Luis Aragonés. Este gol en el Camp Nou no lo ha catapultado a ningún Olimpo, pero el mundo entero sabe que un gol suyo, ha eliminado al actual Campeón de Europa de su copa. Quizás no sea el más técnico, ni el que más mime la pelota, pero seguro que es el que más la pide y el que más trabaja para el grupo. Se encuentra en un bache deportivo pero, no olvidemos que sus números en clubs como el Atlético y el Liverpool nos dicen que volverá.

El martes no le cambió la vida a Torres, o sí, el tiempo dirá. No sabemos si entrará en la enorme lista de ídolos blues. Pero por lo pronto, “el Niño” jugará la final de la copa de Europa, esa copa que se fue a buscar cuando abandonó el Manzanares y en un club que no será recordado por su fútbol, ni por marcar estilo. Marcó se fue a un lado, saludó a su afición, que sigue creyendo en él, y besó el suelo, no se sabe si dando gracias por el gol o pidiendo por favor volver a España. Aún y así, Torres nunca se esconde, sale, da la cara, dice que está mal cuando lo está y dice que “ha sido un milagro” eliminar al Barça, cuando lo ha sido. No se le ve contento donde está, pero sabe que tiene que aguantar y sabe que los goles llegarán, ¿en la final? El 19 de Mayo lo sabremos.

Pero casualidades o no, ambos comparten, además de selección, importancia en ella. Actualmente se habla de “Don Andrés”, ese que enamoró a España entera en la prórroga de un partido que ya forma parte de la historia de este país. Pero no olvidemos que, “el Niño” metió aquél gol que llevábamos años deseando gritar, aquél que inició una carrera histórica en la que, hoy, es la mejor selección del planeta. Las vidas de ambos, en cierto modo, son paralelas. Nadie hablará del gol de Torres, es cierto, y se seguirá alabando a aquel gol cardíaco de Andrés, pero lo que está claro, es que ambos, han entrado a formar parte del selecto club de jugadores de fútbol que se van a recordar para siempre.

Queda la final, donde Andrés no estará, sólo podía estar uno, y ahí, en Munich, Torres puede volver a sacar la mano de debajo de la tierra y gritar una vez más un gol delante de los que siguen queriéndolo enterrar.

Santiago González