Se marcha Pep Guardiola, el tirano de la posesión.
Bajo su abrigo largo, tan
habitual en sus primeros años, y una sempiterna barba de tres días
se escondía la única persona capaz de tiranizar Europa hasta el
punto de lograr trece títulos en sus cuatro temporadas con el primer
equipo del F.C. Barcelona.
Pep Guardiola tomó la
posesión del banquillo local del Camp Nou en el verano de 2008, tras
ascender con el Barça B a Segunda División B. Llegaba a un equipo
roto, dominado por los excesos de una sombra que otrora fuese un
crack, un vestuario dividido herencia de la decandencia del Barcelona
de Rijkaard. Al cerebro del 'Dream Team' le tocó comenzar con la
renovación. Adiós a Ronaldinho, Deco, Thuram, Zambrotta, o
Edmílson, jugadores que en otra época habían liderado al
todopoderoso club del holandés que 'nunca fumará solo'.
Guardiola se convirtió
en un obseso de la posesión, una posesión que en cuatro años nadie
le rebatió, de una presión feroz que no dejaba respirar en ningún
momento al rival, reinventó el falso nueve para Messi y desde ahí
el argentino acabó con los debates del mejor jugador del mundo, y,
lo más importante, aun en la victoria siempre modificó las cosas
que no salieron del todo bien, retocaba posiciones, nunca se estaba
quieto. Nunca.
Y esa es la clave del
éxito. No parar nunca de innovar, de adaptarse a las circunstancias,
probar con el 3-4-3 que tantos tragos amargos le ha costado, sacarse
ases de la manga como Busquets, Pedro o Thiago. En su debe, la poca
afinidad con sus 'nueves', con Eto'o, Ibrahimovic y Bojan.
Ahora se marcha la
reflexiva figura que recorría la banda del Camp Nou en soledad pese
a las ochenta mil almas que coreaban su nombre, aunque seguro que
imaginaba un final diferente, un final en Múnich alzando una
merecida tercera Copa de Europa, un final victorioso, como lo ha sido
toda su etapa en el F.C. Barcelona. Abandona el club de su vida
porque afirma estar cansado, cansado de batallar con Mourinho y quizá
colmado por el éxito, por su éxito.
Huérfanos deja a la
pizarra del vestuario local del Camp Nou, a toda una afición culé
que en vez de la enhorabuena le daba las gracias, a un Xavi en
decadencia y a un Messi que seguro le echará mucho en falta. Y por
encima de todo deja huérfano al fútbol. Sobre todo al fútbol.
Dani Rivera
Categoría: F.C. Barcelona, Liga BBVA
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