El déjà vu de Simeone

Dani Rivera | 19:46 | viernes, 11 de mayo de 2012 | 0 comentarios |


"Uno se prepara toda una vida para jugar una final" Los nervios de Diego Pablo Simeone no se percibían en su tono de voz. Sereno, confiado, un Panenka respirando profundamente desde los siete metros, un Higuita segundos antes de esculpir en el aire su famoso escorpión. Ya había estado en esa misma situación antes y, por tanto, había aprendido a controlar sus sentimientos. La rueda de prensa era un inquieto déjà vú que revive experiencias pasadas, pero esa vez algo había cambiado.

Catorce años antes brincaba en el Parque de los Príncipes, más que para calentar, para tratar de ahuyentar unos nervios siempre presentes. El mítico estadio parisino sería el campo de batalla en el que combatirían dos equipos de un mismo país para alzarse con aquella preciada UEFA.

Al día siguiente él no saltaría al terreno de juego como tantas otras veces hizo. Se tendría que conformar con limar sus nervios encerrado en una prisión de cal y cristal, aquel banquillo en el que nunca le gustó sentarse. A su lado, a escasos metros de su área técnica, un rival de una noche y un amigo de siempre.

Minuto cinco en la capital francesa. Zé Elias entrega un balón a Simeone en campo propio. El argentino recibe, sin presión, sin oposición, levanta la vista, otea el horizonte y lo vio. Le vio. El escurridizo Iván Zamorano se deshacía con un efectivo desmarque de Nesta, recibía aquel extraordinario envío del '14' y batía a un perplejo Marchegiani que veía como aquel balón procedente de la defensa interista había servido al chileno para desnivelar la final a escasos segundos del pitido inicial.

Minuto siete en la alegre ciudad de Bucarest. La pelota llega a Falcao. El estadio enmudece aunque esté excesivamente escorado y sin ningún apoyo. Radamel es Radamel. Amago hacia la derecha, Amorebieta flota, sin entrarle. Falcao dibuja una bicicleta que parece inútil. Mirada pegada al balón y zurdazo imparable que se cuela por la escuadra de Gorka Iraizoz. El colombiano desnivelaba la final a pocos minutos del inicio, como hizo en otro tiempo Zamorano...

El final de ambos partidos fue el mismo. Victoria por tres a cero y Simeone, con los puños cerrados y gesto enrabietado, celebra el título, llámese UEFA o Europa League. Aquel día había sentido como entrenador atlético lo que un día sintió como jugador interista. Toda una vida para una final, decía Diego... Y las que le quedan.

Dani Rivera

Categoría: , , ,

0 comentarios