La espera.

El Fútbol Es Nuestro | 23:39 | martes, 8 de mayo de 2012 | 0 comentarios |


Pocas cosas tiene peores el fútbol que las horas (a veces días, a veces semanas) previas a un partido importante. Pocos minutos se hacen tan largos como los que pasan desde el último partido jugado hasta el pitido del partido que tanto tiempo ansías celebrar. Pocas experiencias superan en angustia a la incertidumbre de no saber que va a pasar, pocas cosas quedan por imaginar de un partido al que tu cabeza ya le ha dado vueltas y vueltas, y del que sabes que nada va a ser como tu mente ha estudiado. Pocas cosas liberan tanto a un aficionado como el pitido inicial de ese partido que tanto esperas.
Efímera liberación, que transporta a 90 minutos de sensaciones inigualables. Fútbol, al fin y al cabo

Uno, al que esto del Atleti le inunda profundamente,se levantó a las 5:00 de un lunes para ir a la cola del Calderón, para asegurarse una entrada que por número debía corresponderle. La consiguió para el y para gente cercana, muy cercana. En esos momentos de cola quizá se le pasaba por la cabeza el volverse a dormir, el ¿que hago yo aquí a estas horas, con la semana que me espera?. Todo eso se compensó cuando se vio entrada en mano, y se recordó a sí mismo en Hamburgo y en Barcelona, en Anfield o Do Dragao, en Mestalla o en el Alvalade. Y supo que si en ese mismo instante le dijeran que tenía que repetir la misma cola, o incluso una peor por vivir lo que vivió esas veces, lo volvería a hacer con los ojos cerrados. Y como uno, hay miles.

Desde ese momento uno se ha pasado las dos últimas semanas mirando mapas de Europa, aeropuertos y estaciones de trenes, alquileres de coches, hostales y albergues. Uno ha preguntado a conocidos y desconocidos, ha actualizado páginas de internet cada minuto por si salía alguna alternativa y ha maldecido a Platini por su decisión de llevarse una final a Bucarest, a las agencias de viaje que han triplicado un precio de un vuelo, y hasta a las carreteras rumanas y búlgaras que no le aseguraban el volver a casa el día previsto. Uno se plantea una vez más porqué es tan difícil para el aficionado ir al fútbol, y que pasará el día en el que los estadios estén vacíos y los sofás de las casas llenos.
Finalmente uno no va a Bucarest, su entrada la aprovecharán atléticos en los que confía, que dejarán el pabellón alto y se comportarán como la ocasión se merece. Como contrapartida al fracaso del viaje, el que suscribe alberga la esperanza de ir a Neptuno, ya que nunca ha celebrado nada en la gloriosa fuente.

Imaginarán que el disgusto ha sido importante, pero no es solo eso, uno, que está acostumbrado a pasar el día en ciudades ajenas rodeado de los suyos, compartiendo bebidas y tertulias, opinando y recordando viejas historias.
Al quedarse en Madrid no vivirá esos trayectos en trenes o metros inundados de rojiblancos cantando y animando hasta poner la piel de gallina. Sin embargo le tocará ir a trabajar, o a estudiar, y no saber si los de alrededor son conscientes de lo que se está jugando. Esa soledad de la rutina que disminuye el impacto del partido, pero no con ello los nervios. En esos momentos uno no se permite, desde el momento en el que supo que no iba a Bucarest, cada minuto se recuerda el partido, viste con la rojiblanca todo el tiempo que puede, se imagina jugadas, goles, se ve representado por 11 jugadores en el campo, inculcados por un entrenador que nos representa. Si en alguno de esos momentos de imaginación sale alguna imagen negativa, para el pensamiento e inmediatamente se pone a cantar, a hacer lo que sea para echar lo negativo de la mente. En fin, muchos más nervios aquí que allí.


 Y por último, lo más difícil para alguno no acostumbrado a ver estos partidos por la tele. ¿Dónde veo el partido? ¿Con quién? ¿Podré cantar, gritar y saltar a mi antojo? ¿Tengo que verlo con ese amigo que pienso que es gafe? ¿Que se cena en estas ocasiones? ¿Cuantos líquidos voy a necesitar? ¿Que camiseta de la suerte toca hoy?

En fin, lo mejor que pueden hacer para acortar esas horas previas es juntarse con los suyos, ponerse nerviosos los unos a los otros y compartir las dudas y las confianzas. Disfrutarán.

@DavidMenendez14


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