El bache del Real Valladolid

Dani Rivera | 12:54 | miércoles, 20 de febrero de 2013 | 0 comentarios |

Treinta puntos no son fruto de la casualidad. Tampoco del factor suerte que en el fútbol tiene un peso relativo. Treinta puntos son el fiel reflejo de una regularidad demostrada a lo largo de un determinado periodo de tiempo, bastante amplio en este caso, de la efectividad de convertir ocasiones en gol -el Real Valladolid es uno de los equipos más efectivos de las grandes ligas europeas- pero, sobre todo, treinta puntos es la muestra que se obtiene al plasmar un modelo de juego cuyas bases fueron asentadas convenientemente tras una temporada en Segunda División, en la cual Celta y Deportivo aventajaron ampliamente al conjunto blanquivioleta pero que, sin embargo, no han logrado adaptarse -adaptarse, esa es la palabra- a la vida en la cola del león después de acostumbrarse a la cabeza del ratón.

Sin embargo, y pese a la amplia renta de diez puntos por encima del descenso -diferencia amplia no por un extraordinario mérito de los de arriba, más bien por demérito de los de abajo- el Real Valladolid encadena la segunda peor racha de la temporada, dos empates (frente a Betis y Athletic) y dos derrotas (frente a Levante y Atlético). Esta cadena de malos resultados se podría ampliar si cogiésemos una muestra mayor, de los últimos diez partidos, el conjunto de Miroslav Djukic sólo ha ganado dos de ellos, mientras que ha empatado en tres ocasiones (sumen al Deportivo en la lista anterior) y ha perdido cinco veces (Real Madrid, F.C. Barcelona y Celta de Vigo más los dos anteriores).

LAS CLAVES
Unido al marcador, siempre viene el terreno de juego. Usualmente lo que se plasma ahí es la llave para explicar un resultado. Si bien no siempre ocurre así, este es el caso del Real Valladolid. Estas son las claves para entender la pequeña crisis de la escuadra vallisoletana.

El enigma Larsson y el estancamiento de Rukavina
Imagen 1
Suena intrigante, era mi intención. La baja por lesión de Patrick Ebert ha obligado al sueco a adaptarse a una posición no natural para él, segundo punta. Ambos son jugadores diferentes y desde esas diferencias se explica la bajada en el rendimiento de Antonio Rukavina, lateral cuya mejor versión se ha visto con el alemán por delante. 

Ebert es un extremo al que le gusta relacionarse con la pelota. No le importa pedir el balón al pie y lo combina con necesarios desmarques, tanto fuera-fuera como fuera-dentro, el caso es que siempre parte de la cal, algo esencial para atraer el marcaje del defensor, abrir espacios por el centro para mejorar la circulación de pelota del Real Valladolid. Todo fluye. 

El problema viene cuando Ebert no está. Rukavina y Óscar lo notan, vaya si lo notan. Larsson es un jugador que vive de los desmarques, algo clave en un segunda punta que no necesita el balón [Puede sobrevivir sin la pelota. Dato: Sólo catorce pases intentados en el partido frente al Atlético, once con éxitoy algo nimio para un extremo, salvo si te llamas José Callejón. Larsson no aporta soluciones cuando Rukavina tiene problemas, no suele pedir la pelota al pie y cuando lo hace siempre está debidamente marcado por el lateral de turno. Además, el sueco tiende a centralizar su posición, a dejar la banda, no ofreciendo apoyos a Rukavina para que éste pueda proyectarse en ataque y sin amplitud en las bandas, como dije antes, el centro está más poblado, ergo, más dificultades para los que transitan por ahí. Como Óscar.

- Imagen 1: Mapa de acción durante los primeros minutos de juego del Real Valladolid - Atlético de Madrid. Posición muy centrada.

El 'Mago' que nunca llega
Imagen 2
El factor sorpresa ya no cuenta. Los entrenadores están prevenidos y defensas y centrocampistas, alerta para evitar las incorporaciones en segunda línea de Óscar González. Además, durante esta desfavorable cadena de resultados, Óscar se ha tenido que medir al Levante de Iborra y Diop, al Betis de Rubén Pérez y Beñat y al Atlético de Tiago y Gabi (más Koke), parejas que cierran muy bien los pasillos interiores, hábitat del jugador salmantino. Algo que no deja de ser circunstancial. Si el mediapunta charro puede recuperarse a tiempo de su lumbalgia y llegar al partido frente al Rayo, un equipo que usualmente concede más espacio a la espalda de mediocentros (o un mediocentro posicional en este caso, Javi Fuego), podremos volver a ver al Óscar de esta temporada. Un Óscar, que aunque quizá no dejará de ser una mera anécdota, terminó prácticamente de interior frente al Rayo para dar continuidad al juego y entrar en contacto con el esférico.

- Imagen 2: Mapa de acción de Óscar. Zonas, por porcentaje, en las que mayor tiempo estuvo el '10'.

Víctor Pérez y la posesión en campo rival
Imagen 3
Hasta la lesión del albaceteño, Álvaro Rubio y Víctor Pérez habían conformado la medular del Real Valladolid. Un doble pivote escalonado en el que Rubio sacaba la pelota entre centrales, salida lavolpiana, mientras que Víctor Pérez, por delante del ex zaragocista, abría otra vía de pase practicamente ya en campo rival.

Con la llegada de Sastre, el doble pivote comenzó a estar más nivelado, lo que favorece el 'fútbol de salón' como dijo Djukic en la rueda de prensa posterior al partido frente al Atlético, toque poco productivo. Al no establecer la posesión del balón en la mitad del campo contrario, facilitas la presión al rival y dificultas la salida por el medio, teniendo que utilizar las bandas como vía de escape, pero sin Ebert...

Imagen 3: Comparación entre los mapas de calor de Lluís Sastre y Víctor Pérez, con una presencia mayor de éste último en campo rival. Los partidos correspondientes a los gráficos son el Real Valladolid - Atlético en el caso de Sastre y el Real Valladolid - Valencia en caso de Víctor.

Daniel Rivera

Imagen: El Norte de Castilla | ElNortedeCastilla.es

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